HECHOS VS. OPINIONES

“¿Ya has ido a ver esta película? Es excelente; tienes que verla”. El interlocutor va al cine, vuelve decepcionado, y comenta: “no entiendo cómo puede haberte gustado. A mí me pareció malísima!”.

En el turismo, salvadas las diferencias, sucede algo similar. Ya abordé este tema en un artículo sobre la prefiguración de las experiencias. Ahora quiero referirme un poco más al modo en que la gente toma decisiones.

Los turistas llegan y me preguntan: ¿adónde puedo ir? Yo respondo sonriendo… ¿adónde quiere ir? O bien me piden que le sugiera adónde ir. ¿Qué parque nacional me recomendaría? Quieren que les diga que un lugar es “lindo”, para que ellos compren mi opinión como verdad, y salgan entusiasmados rumbo a ese destino…

Mi respuesta es siempre… una nueva pregunta. Si ya estuvieron en un ambiente desértico, intuyo que podría interesarles ver un lugar selvático, o por lo menos verde. Pero no lo doy por sentado. Se los comento, y vuelvo a interrogarlos.

Cuesta entender que la gente confíe en el criterio ajeno para tomar decisiones tan personales, y que tome mis opiniones (sobre un lugar) como si fueran afirmaciones. Si yo digo que “ayer salió el sol”, estoy describiendo un hecho pasado (la presencia de la luz del sol), es decir, estoy haciendo una afirmación. Si por el contrario digo que fue un “lindo día”, estoy dando mi opinión personal.

Buena parte de nuestras indecisiones se deben a que basamos nuestras elecciones en opiniones ajenas. Y éstas son tan variables como personas hay en el mundo. Por lo tanto, los juicios obtenidos sobre determinadas situaciones dependen de la persona que interroguemos. Y cuanta más variedad de opiniones tengamos, más difícil nos resultará tomar una decisión.

La práctica de buscar hechos, en lugar de opiniones, nos resulta extraña. Cedemos a la tentación de preguntar si en un lugar “hace frío, o no”, en vez de buscar la temperatura media en Internet. Si alguien nos dice que donde vamos “llueve mucho”, llevamos ropa impermeable en lugar de preguntar: “¿llueve mucho comparado con qué lugar?” ¿En qué época llueve mucho? ¿Cuántos milímetros de agua caen por año?

Una afirmación es una descripción u observación de un hecho verificable (“ayer llovió”). Un juicio, en cambio, es una adscripción: yo adscribo o adhiero, o no, a una opinión ajena sobre una situación particular (“ayer fue un día horrible”).

Poder diferenciar ambos conceptos nos da la libertad de elegir sobre la base de hechos concretos, tomando la opinión de los demás como lo que es: el mero juicio de alguien que ve el mundo de acuerdo con su propio modelo mental, tan real para él como lo es mi propio mundo interior para mí. Y como la elección de los destinos turísticos depende en gran medida de información que otros vierten en guías, páginas de Internet, etc., la diferenciación entre hechos y opiniones cobra en este campo una importancia fundamental.

Jorge Guasp

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