NATURALEZA Y RUTINA

Una de las características de nuestra relación con la naturaleza es la aceptación de la realidad: nadie piensa que un árbol debería haber sido un poco más bajo, o tener más o menos hojas, para verse mejor. La naturaleza es como es.

Esta aceptación de la realidad nos permite volvernos más concientes de nuestros estados de ánimo, y aceptarlos. Dejar de luchar internamente con lo que sucede es uno de las principales beneficios emocionales que nos brinda el contacto con la naturaleza. Aceptar la lluvia, el sonido de los pájaros y del viento en el follaje es, también, aceptar las emociones que esos fenómenos nos inspiran.

En este proceso de aceptación, descubriremos que la naturaleza responde a ciclos, y es, por lo tanto, básicamente rutinaria: el sol sale, se pone, vuelve a salir; mueren unos árboles, y surgen otros; la lluvia cesa, sale el sol, vuelve a llover…

Ver la rutina en la naturaleza nos permite, creo, aceptar nuestra propia rutina cotidiana. La vida diaria no es necesariamente rutinaria; todo depende de la escala a la que miremos la realidad. El camino de casa al trabajo es casi siempre el mismo. Nos levantamos y acostamos casi siempre a la misma hora. Almorzamos y cenamos todos los días en la misma mesa, con las mismas personas… Sin embargo, a otra escala, el mundo cambia constantemente: la gente que vemos en la calle no es siempre la misma. Nuestra comida cambia; nuestras conversaciones también. Cambia incluso el estado de ánimo de cada persona con la que hablamos, el estado del tiempo, etc.

Cuanto más nos centramos en el momento presente, más podemos disfrutar de la naturaleza, y menos rutinaria la encontramos. El paisaje puede parecernos el mismo de siempre. Pero si prestamos atención al momento actual, podremos percibir la magia de la vida: una mariposa que pasa volando; un pájaro que se posa en una rama; una hoja que cae desde un árbol cercano…

Si logramos disfrutar de la naturaleza sin aburrirnos, quizá consigamos, poco a poco, trasladar esa experiencia del turismo a la vida cotidiana, y convertir una jornada diaria en la aventura de descubrir el milagro de la vida a cada instante, en todos los elementos naturales que están a nuestro alcance.

Jorge Guasp

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